MENSAGERO DE LAS CORTES
MADRID
1834
"Manchegos, si todos los pueblos que tienen milicia urbana hicieran otro tanto como los de La Solana y Socuéllamos no habría malvados de ninguna especie que no fuesen presa de la decisión de los valientes, no habría escándalos de robos de todas clases, de que se quejan los vecinos pacíficos. Ánimo y entusiasmo : estos son los móviles únicos para acabar con todo el que sea enemigo de la tranquilidad pública: móviles que han de dirigido a los valientes soldados de la columna que mandaba el digno comandante general, que tan gloriosas acciones han cometido. Me complazco en dar a conocer estos hechos, tributando al ejército y a la milicia urbana el homenage que por su bizarria les es debido.
Ciudad Real, 28 de octubre de 1834
E.C.G.I. Francisco de Paula Lillo. "
(Enlazado en la imagen de cabecera)
MENSAGERO DE LAS CORTES
El uno de junio de 1834 aparece este título, como continuación de Diario del comercio, que había comenzado a publicarse el 15 de mayo, y lo hace con igual formato, diseño e impresor, y también siguiendo su secuencia numérica de entregas y su paginación continuada. El cambio de cabecera se produce para eliminar cualquier confusión con El Eco del comercio, que había aparecido el uno de mayo. Todo ello ocurre cuando al finalizar la Década Ominosa, tras el fallecimiento de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, el primer gobierno de la Reina Gobernadora –María Cristina de Borbón–, presidido por Francisco Martínez de la Rosa (1787-1862), abre un periodo de mayor tolerancia política, que se hace efectivo a través de los reglamentos de prensa del cuatro de enero y 10 de junio de 1834, así como un texto fundamental como fue el Estatuto Real del mes de abril, al tiempo que comienza la primera guerra civil –la carlista o legitimista–, que durará hasta 1840.
Gómez Aparicio (1967) aplica al Mensagero de las Cortes el epíteto de ultraliberal o liberal avanzado, aunque este sí sería el caso de El Eco del comercio. El Mensagero…, que efectivamente adopta posiciones reformistas o de progresismo disidente, y seguirá siendo un diario de cuatro páginas, compuestas a tres columnas, con noticias extranjeras, de España, de provincias y de Madrid, así como con secciones de Cortes, Variedades, Espectáculos y Fondos públicos, y los correspondientes artículos doctrinales, así como la denominada Comunicado, que no es otra que la dedicada a cartas al editor. Desde el uno de julio de ese mismo año 1834 aumentará su formato, y será también estampado en la imprenta de J. Sancha. La atribución de su fundación o dirección a Ángel Saavedra, amigo de San Miguel y futuro duque de Rivas, procede de Pastor Díaz (1854), que señala que lo fue junto a Gabriel José García y José de Álvaro, dato este del que da cuenta Hartzenbusch (1894) y después acepta Gómez Aparicio (1967). No obstante, es un dato puesto en duda por biógrafos actuales.
La última entrega del Mensagero… en la colección de la Biblioteca Nacional de España es la número 289, correspondiente al 28 de febrero de 1835. Se fusionará con La Revista española (1832) de José María Carnerero (1784-1866), dirigida a un público más intelectual y en la que había colaborado María José de Larra (1809-1837), y que desde el uno de abril de 1834 aparecía también diariamente, para formar, a partir del uno de marzo de 1835, la nueva cabecera La Revista-Mensajero, que competirá y polemizará en el bando del liberalismo con el más moderado diario La Abeja (1834), de Joaquín Francisco Pacheco (1808-1865).
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