EL IMPARCIAL se hace eco de esta noticia de juzgados y penas en la que hay un socuellamino involucrado.
Este diario vinculado directamente con el político Francisco Javier de Burgos (1778-1848) forma parte, según Seoane (1983), de la denominada “triada afrancesada” durante el Trienio Liberal (1820-1823), junto a la revista político-literaria El Censor (1820-1822) y El Universal (1820-1823). El josefino De Burgos, tras regresar de su exilio, había editado previamente Continuación del Almacén de frutos literarios o Semanario de obras inéditas (1818-1819) y a continuación Miscelánea de comercio, artes y literatura (1819-1821), para pasar a dirigir El Imparcial, que apareció el diez de septiembre de 1821, más de un año y medio después de la reinstauración de la Constitución de 1812, tras la sublevación en Cabezas de San Juan de Rafael del Riego (1784-1822).
Con el título El Imparcial ya se habían publicado otros periódicos durante el primer periodo constitucional en Madrid (1809), Cádiz (1812) o Alicante (1813), y más adelante lo adoptarán, sólo en Madrid, hasta cuatro nuevas publicaciones periódicas, siendo la más destacada y longeva la que fundará José Ortega Munilla (1856-1922), que se publicará desde 1867 hasta 1831.
Estampado en formato gran folio, en entregas de cuatro páginas compuestas a tres columnas, y una tipografía limpia. La estructuración de sus contenidos comienzan con las noticias extranjeras, a las que siguen las de ultramar, cuando no con las que incluye en sus epígrafes Gobierno o Cortes, para a continuación ofrecer las nacionales, y seguidamente las locales madrileñas. A ello suma las secciones de Variedades y Teatros. Aunque para informar del extranjero o de España usa como fuente otras gacetas y periódicos, también algunas de sus crónicas proceden de corresponsales.
En cuanto a sus artículos políticos y doctrinales, ya en su primera entrega publica los referidos al Estado político de la Europa y al de España, a la vez que advierte que presentará sus reflexiones “con absoluta imparcialidad sin mantener adhesión a ningún partido, porque nuestra intención no es la de engrosar ninguno de ellos”. También en esa primera entrega, sus editores avisan de que en un sistema liberal los ciudadanos tienen que ser celadores activos de la Constitución, y que tienen el derecho de denunciar los abusos del poder.
El último número de la colección de este título en la Biblioteca Nacional de España corresponde al 30 de junio de ese año. No se sabe si publicó algún número más. Fue acusado de estar pagado por el infante Don Carlos (Seoane: 1983), con el que Francisco Javier de Burgos mantuvo relaciones en este periodo. El futuro ministro, volverá al exilio y redactará en Francia la Gaceta de Bayona (1828-1830), acabando aquí su actividad periodística.
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